Lo perdí. Parte 3: Intentando asimilar
- madreadiario
- 23 oct 2014
- 2 Min. de lectura
Cuando me subí al coche, no podía parar de llorar, “Tranquila, éstas cosas pasan, todo va a estar bien, verás que pronto tendremos un bebé sano” “No, no quiero estar tranquila, y no veo porqué debería estarlo, por favor no me digas absolutamente nada, hoy me voy a tirar a la mierda, eso es lo que quiero hacer, ya mañana será otro día.”
Y eso fue lo que hice, me tiré literal a la mierda por ese día, grité, lloré… muchísimo, no sé cuanto, creo que tuve ojos de sapo por los próximos tres días. Me dediqué también a avisarle a todas las personas que sabían del embarazo lo que había pasado, quería que ese día me dijeran lo que me tuvieran que decir, que me hablaran y yo llorara todo lo que tuviera que llorar, y después seguir adelante. La idea de que las personas se fueran enterando poco a poco y se sintieran mal por mi durante las próximas semanas y me recordaran lo que había pasado todo el tiempo, me daba escalofríos, de ninguna manera, lo que yo quería era terminar de una vez por todas con esto y seguir adelante.
Claro que el duelo duraría más tiempo, pero eso ya sería cosa mía y de mi esposo, y poco a poco iríamos sanando. Los duelos son algo personal que cada quien debe ir sintiendo y sanando a su propio ritmo.
Lo peor es que aun nos quedaba pasar por todo el proceso del aborto, no sabíamos si necesitaría cirugía o no, pero por razones personales decidimos posponer unos días el procedimiento. Unos días que para ser honesta fueron bastante duros por muchas razones que ya les iré contando.
Al día siguiente mi esposo que había estado triste el primer día, pero muy tranquilo, de pronto se sentía terrible. Y yo que me la había pasado llorando todo el santo día, me sentía un poco mejor, así que ahora me tocaba a mi apoyarlo, lo más importante es nunca olvidarnos de que somos un equipo con nuestra pareja, estoy convencida de que ese es siempre uno de los grandes pilares en las relaciones.
Él no entendía porqué si era algo que pasaba mucho y que él sabía que no era grave, lo sentía como algo tan malo. Como le dije “esta vez te pasó a ti, sé que no lo conocías y que ni panza tenía todavía, pero era nuestro hijo y ya nunca sabremos si era niña o niño, si se parecía a mi o a ti, si iba a ser un niño travieso o tranquilo, en fin nada y aunque en realidad más que perder un hijo perdimos una ilusión muy grande, siempre lo llevaremos en nuestros corazones”.
Ese día nos fuimos a comer y platicamos mucho, estoy segura que ese día comenzó nuestro proceso de sanación, tanto el de pareja, como el personal, pero aun habían muchas cosas por vivir y necesitábamos estar más unidos que nunca para poder superarlas.