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Cuando algo no va bien

  • madreadiario
  • 28 nov 2014
  • 2 Min. de lectura

Que no es lo mismo que algo vaya mal, sólo cuestión de enfoques. Nadie nos dice que cuando decidimos embarcarnos en esta aventura, muchas cosas pueden suceder, no todas necesariamente buenas. Que muchas de las parejas a las que vemos felices con sus bebés ya se enfrentaron a situaciones difíciles, a mucho dolor, a mucha paciencia y a pruebas de fuego que afortunadamente lograron superar, hay casos que tristemente no las sobreviven.

Precisamente porque nadie nos platica estas situaciones no esperadas, cuando nos topamos con ellas pensamos que estamos solas, que porqué tuvo que sucedernos precisamente a nosotras, y nos encerramos en nuestro dolor y en nuestro silencio. La verdad es que si decidimos hablar, nos daremos cuenta de que no estamos solas, porque cuando hablas, quien ya lo vivió se acuerda de lo que vivió y decide apoyarte y tratar de ayudarte desde su experiencia, incluso puede servirle para sanar y cerrar ciclos que no logró cerrar por vivirlos en silencio.

Me refiero a que podrías tardar en embarazarte; tener un aborto espontáneo; problemas de infertilidad; embarazo de alto riesgo, problemas genéticos que no permitan el embarazo de manera natural, en fin, razones hay muchas. La buena noticia es que dejando a un lado el aborto espontáneo, solo alrededor del 10% de las parejas cuentan con problemas para concebir y que hoy en día, casi todos estos problemas tienen solución y el número de parejas que definitivamente no pueden tener hijos es muy pequeño. Pero también hay otros factores que deberíamos considerar como el dinero, el tiempo, el desgaste emocional, etcétera. Dicen que la infertilidad puede ser mortal para una relación si no sabemos manejarla, por eso antes de comenzar cualquier tratamiento, hay que sentarnos a platicar, ser completamente honestos y decidir qué estamos dispuestos a soportar y hasta dónde. Muchas parejas comparten el intenso deseo de convertirse en padres y están dispuestos a vivir lo que sea con tal de cumplirlo, otras deciden que aunque tenían muchas ganas de ser padres, lo que tienen como pareja puede ser suficiente, y deciden no arriesgar la relación para lograrlo. Ambas posturas son desde luego completamente válidas, no debemos dejarnos llevar por lo que piensan nuestros padres, amigos, familia, conocidos; solamente lo que como pareja sabemos que tenemos y que queremos.

Pero sobre todo, lo más importante es recordar que siempre es cuestión de enfoques y que tomemos el camino que tomemos debemos de estar convencidos de que es lo mejor para nosotros y que por lo tanto lo haremos con la mejor disposición y siempre viendo el lado positivo de las situaciones que se presenten. Después de todo nosotros decidimos si el vaso está medio lleno o medio vacío…

 
 
 
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