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La Lactancia

Estoy convencida de que la lactancia es una de las mejores cosas que podemos darle a nuestros hijos, sin duda el beneficio en términos de salud es inmejorable.

Pero también es algo que hoy en día se nos está imponiendo como una carga, es impresionante lo mal que nos quieren hacer sentir por todos lados si decidimos o no podemos tener una lactancia prolongada, si tomamos este camino es como si fuéramos las peores madres del mundo.

Para empezar tampoco tenemos una cultura que permita las lactancias prolongadas a menos que se decida ser madre de tiempo completo. Hoy en día hay muchísimas mujeres que trabajan y todo lo que tienen como licencia de maternidad son 2 meses ya que nació su hijo y en algunos casos pueden lograr que sean 3. He leído muchísimas veces que la solución es llevar un sacaleches al lugar de trabajo, pero si te pasa como a mí, que si usaba el sacaleches más de dos tomas seguidas la producción disminuía considerablemente, en pocos días tu producción de leche probablemente ya no existirá y entonces serás la peor madre por haberte ido a trabajar e interrumpir la lactancia materna.

La teoría dice que la lactancia se rige por la demanda. Entre más te pegues a tu hijo más leche producirás. Y es cierto, solo que en algunas ocasiones ese “entre más te lo pegues” implica que llegas a un punto en el que te lo pegues cada hora porque el bebé ya come más, y si tu hijo se tarda como se tardaba el mío cuarenta minutos en comer, todo lo que harás será darle de comer y perdón pero eso no es vida, el niño necesita una madre que esté lo menos estresada posible y lo más descansada.

Hay mujeres que producen muchísima leche desde el principio, más de la que su hijo puede consumir, lo cual está muy bien, porque hasta reservas pueden hacer, pero no importa qué diga la teoría, no a todas nos pasa igual.

En mi caso yo tomé un curso de lactancia que me sirvió muchísimo, y en un principio pude darle de comer perfecto a mi hijo. Durante un mes no tomó ni una onza de fórmula, cuando llegamos al segundo mes, había tomas en las que se quedaba con hambre y pues tuvimos que empezar a complementar con fórmula, pero de cualquier forma la mayor parte de su alimento lo obtenía de mí. Después empezó a comer más y más cada vez, pero yo seguía produciendo la misma cantidad de leche: 2 onzas.

A los bebés no les gusta quedarse con hambre, por lo que no podía esperar a producir más leche para darle de comer, había que complementar. Y de pronto llegó un punto en el que el 70% de su comida la obtenía de la mamila y el otro 30% de mí, y por más que lo intenté él ya no quería el pecho y por obvias razones mi producción cada vez era menor, no importaba que me lo pegara en todas las tomas ¿y qué hacer?

He platicado con muchas mujeres sobre la lactancia e incluso hay algunas que me dicen “A mi no me gustó nada” y perdón pero eso también es válido, lo hicieron porque era lo mejor para sus bebés, pero no lo disfrutaron. Y eso no merece ningún juicio, ni las convierte en malas madres. Lo malo es que con tantas cosas que leemos hoy en día, sí nos sentimos así, y es horrible cuando dejas de dar pecho a tu hijo aunque sea tu decisión, lo haces con remordimiento.

¡No eres la peor madre del mundo! Estás haciendo tu mejor esfuerzo, evidentemente estás tratando de darle a tu hijo todo lo mejor porque obviamente quieres lo mejor para él. La lactancia sin duda es algo que debemos intentar hacer por nuestros hijos, es un regalo invaluable que les estamos dando, pero el no poder hacerlo o decidir dejar de hacerlo no nos convierte en ningún monstruo.

 
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