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¡A volar!

  • madreadiario
  • 2 jul 2015
  • 3 Min. de lectura

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Como les platiqué en mi post anterior estuve viendo guarderías para mi pequeño de casi un año. Por fin nos decidimos y esta es su segunda semana asistiendo.

Estoy feliz con la elección que hicimos, pero debo confesar que fue una de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida. El primer día cuando lo dejé, lloró un poco al ver que me iba y yo me subí al coche y no pude mas que soltarme llorando.

Sentía que después de casi un año abandonaba a mi chiquito, que tenía unos minutos apenas en la guardería pero ya lo extrañaba, que ahora las mañanas iban a estar muy vacías (aún sabiendo que me urgía ese tiempo extra para poder cumplir con mi trabajo) y que lo último que quería era que él se sintiera abandonado. Ese día estuvo llorando a ratos.

El segundo día mi temor del abandono recobró fuerzas ya que al dejarlo se aferró a mí y comenzó a llorar mucho, tuve que dejarlo no había de otra, ya había tomado la decisión y no era un juego. Nuevamente pasé una mañana bastante triste, contando los minutos para recogerlo, pero acepto que el tiempo me rindió muchísimo en esas pocas horas. Al regresar por él me dijeron que 5 minutos después de dejarlo se había olvidado del llanto y la había pasado muy bien.

El tercer día (con un día de descanso intermedio) iba yo de nuevo con el corazón apachurrado y cuál fue mi sorpresa que al llegar y ver a la Miss, le aventó lo brazos y se fue muy contento con ella sin siquiera voltear atrás. Obviamente cuando regresé la había pasado muy divertido. Ese día sentí una mezcla de alegría, orgullo y nostalgia por mi bebé que cada vez crece más y poco a poco se va convirtiendo en un ser independiente.

Esa semana una persona a la que admiro con todo mi ser y que es una gran maestra para mí, me dijo “Si lo estás haciendo deja de hacerlo con culpa, y confía en que las decisiones que tomas son por el bien de tu hijo y las mejores para él” Eso me hizo reflexionar mucho y darme cuenta que quizá las pocas inseguridades que tenía mi hijo venían de mí.

Ésta, la segunda semana, fue parecida a la primera, sin embargo creo que las lágrimas fueron el 10% que la semana pasada, hot incluso entró caminando él solo sin mirar atrás; se está acostumbrando a su nuevo espacio y yo también estoy empezando a disfrutar mi tiempo y sobre todo a disfrutar mucho más el tiempo que paso con él. Sin presiones ni prisas. Ahora las tardes sé que son para él al 100% y nos hemos divertido muchísimo.

Aún es un bebé, pero sé que desde ya estoy enseñándolo a ser independiente, a tener su espacio y a dar sus primeros aletazos para después poder volar. Esto solo me lleva a pensar que tenemos que disfrutar cada instante con nuestros pequeños porque en un abrir y cerrar de ojos el tiempo pasa y no regresa, pero nuestros recuerdos siempre estarán ahí para revivir esos increíbles momentos. Y también que debemos de ser concientes de darles las herramientas que necesitarán en el futuro para ser exitosos e independientes, pero ese, es tema de otra entrada.


 
 
 
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